27 de ago. de 2014

CULTURA

ENTREVISTA

MARUCHI PENA BASSEDA, ESCRITORA, AUTORA DEL LIBRO "EL PRECIO DE UN SUEÑO (MEMORIAS DE MI PADRE)"

"He tratado de homenajear a mi padre y también a tantos y tantos gallegos en situación similar a la suya, muchos de los cuales no triunfaron (...)"

  La escritora Maruchi Pena Basseda

Ricardo Rodríguez Vicente / A Guarda

  Aunque nació en Caracas (Venezuela), María Candelaria Pena Basseda (Maruchi), pronto vendría para Galicia, iniciando su etapa escolar en el Colegio San José de las Hermanas Carmelitas, de A Guarda, población a la cual está vinculada desde siempre, por motivos familiares. 

  Tras la lectura del libro “El precio de un sueño (Memorias de mi padre)”, publicado por Ediciones Cardeñoso, en el cual la autora Maruchi Pena Basseda, acredita no sólo su gran calidad humana, de lo cual ya teníamos conocimiento, constatamos también sus magníficas cualidades literarias. La excelente acogida que está teniendo esa publicación - cuya 1ª edición ha sido en febrero de 2014 -, hizo necesaria una 2ª edición (agosto, 2014), que ya está a la venta y que en A Guarda puede adquirirse en Copy Quisqueya, donde nuestro buen amigo Antonio José Uris Alonso - ahijado del protagonista de "El precio de un sueño (Memorias de mi padre)" -, aparte de hablarnos con gratitud de su padrino y de su entorno familiar, tuvo a bien obsequiarnos con un ejemplar del libro, motivo por el cual dejamos constancia de nuestro agradecimiento.


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Portada y contraportada del libro de Maruchi Pena Basseda

 Como muy bien lo explica en el prólogo del libro, Maruchi Pena Basseda efectúa una recopilación memorística de la vida de su padre, Antonio Pena Pacheco, persona de origen humilde - que era el benjamín de 12 hermanos, de los cuales en el año 1919 vivían 8, tres de ellos en Puerto Rico -, este guardés - cuyo destacado perfil humano queda bien patente en el libro - se marcó como objetivo “(...) que no quería pasar el resto de mi vida con el remo en la mano, descalzo y agachar la cabeza ante los ricos. Mi meta era otra bien distinta (...)”.

 De los avatares de Antonio Pena Pacheco y de su dignísima trayectoria vital, Maruchi nos ofrece una síntesis en forma de relato en primera persona, como si el  protagonista del mismo, nos fuese contando su propia historia, perfectamente hilvanada por la autora del libro, con quien mantuvimos la siguiente entrevista:

De sus “Cartas al Director” en FARO DE VIGO a su libro, hay una evidente trayectoria ¿Cómo surgió y porqué, la idea de publicar las memorias de su padre?

  - Sinceramente, nunca estuvo en mi mente la idea de publicar las memorias de mi padre. Cuando las escribí, como digo en el prólogo del libro, solo intentaba hacer una recopilación de su vida para que mis nietos conocieran sus raíces maternas y la memoria de un gran hombre.

¿Cómo ha sido la gestación del mismo?

  - Casi no hubo gestación ya que solo puse por escrito los recuerdos que mi memoria guardaba celosamente.

¿Cuáles son los objetivos que se marcó con esta publicación?

 -  Además de lo ya dicho, dar a conocer la vida, a veces insólita, de un hombre valiente de quien siempre me he sentido orgullosa.

¿“El precio de un sueño (Memorias de mi padre)”, ha sido su debut literario?

 -  Si, al menos publicado. Me gusta escribir poesía pero no se me ocurriría publicarla ya que la poesía nace siempre del alma y ese es un terreno estrictamente privado.

¿Qué valores destacaría usted de aquel joven de O Pirún, que se propuso cambiar el rumbo de su vida y no dudó en trabajar muy duro para lograr hacer realidad su sueño?

-  Destacaría su férrea voluntad, su fuerza para enfrentarse a la adversidad y sobre todo su generosidad y su amor a la vida.

Con el capítulo “Mi historia”, usted refleja en breves líneas la realidad social de A Guarda de comienzos del siglo XX, en que la miseria era evidente y la desigualdad económica muy acusada. Por su propias referencias y por lo que su padre le pudo contar, ¿qué recuerdos tiene de ello?

-  No puedo recordar aquella época ya que no la viví pero sí es verdad que cuando vine de Venezuela en 1957, me impactó la realidad de un pueblo pobre. Recuerdo que los chicos de la Marina aún iban descalzos y por la calle no circulaban apenas coches pero sí burros y caballos y hasta algún carro de bueyes. Piensa que yo venía de Caracas, entonces una gran urbe y el cambio me resultó cuando menos, extraño. Como anécdota te cuento que un día se me ocurrió decirle a mi tía Sara si podía tomar una Coca -Cola. Su cara lo decía todo. En A Guarda no había Coca-Cola ni sabían qué era eso.

Viajar de polizón, fogonero en un barco, vivir temporalmente en Puerto Rico, con una identidad que no era la suya, barrendero en New York, sparring de Paulino Uzcudun Eizmendi, carretillero, boxeador, chófer de camión de reparto, ..., y mas adelante distribuidor de bebidas, reutilizador de botellines de cristal y de neumáticos, empresario cinematográfico, promotor inmobiliario, ... Todo ello dice mucho, y bien, de su padre ¿”El precio de un sueño (Memorias de mi padre)” es su personal homenaje a su progenitor?

-  Ciertamente. Creo que consciente o inconscientemente he tratado de homenajear a mi padre y también a tantos y tantos gallegos en situación similar a la suya, muchos de los cuales no triunfaron y su triste recompensa ha sido el olvido.

¿De que modo han influido en usted y en los suyos, el ejemplo de sus padres?

-  No soy psicóloga para valorar hasta qué punto han influido mis padres en mi vida. Tengo un gran amigo psicólogo y jesuita, para más señas, Fernando Moreno Muguruza que me enseñó que “Los hijos no aprenden, imitan”. Sin comentarios.
  
Aunque usted reside habitualmente en Vigo, y tiene casa en A Guarda, muchos le recordamos en Villa Borinquen ¿Qué nos puede decir de su estancia en esa casa?

 - Mis recuerdos de A Guarda en mi infancia son de una infancia feliz. Mis tíos, Agustín y Sara, hicieron un gran esfuerzo para que la ausencia de mis padres no fuera traumática. Siempre consideré Villa Borinquen como mi casa. Recuerdo tardes enteras jugando en la Alameda, ir en bicicleta hasta la playa, al cine a Pías, a las verbenas, (pocas porque el horarío siempre fue muy estricto), el colegio de las Carmelitas - mi colegio -, la pandilla de verano, … en fin, creo que fui una niña feliz.

¿Añadiría algo más?

 - Si. Quizá se me quedó en el tintero un detalle de mi padre que retrata su humanidad. Cuando ya estaba establecido en España pensó que era un poco triste que su primera esposa, Ana, estuviera enterrada en Venezuela y en Alemania la madre de mi madre que había muerto en Hamburgo, así que hizo todos los trámites y papeleos y se trajo a las dos para que descansaran en el panteón familiar del cementerio de A Guarda. Y allí descansan en paz. Siempre he pensado que fue un acto precioso que de verdad refleja su calidad humana que no solo se preocupaba por los vivos sino también por los que ya no estaban aquí.

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